Publicado Julio 27, 2022 | Isabel Cristina Casas

UNA VEJEZ CON NECESIDADES LATENTES Y OPORTUNIDAD AL CAMBIO DE PARADIGMAS

UNA VEJEZ CON NECESIDADES LATENTES Y OPORTUNIDAD AL CAMBIO DE PARADIGMAS

En el mundo de la gerontología, dos visiones complementarias sobre la vida cotidiana, su estudio y posibilidades terapéuticas y de rehabilitación, se entrecruzan constantemente. Una primera, a la que se le ha denominado “clásica” de carácter más clínico cuyo estudio y desarrollo se basa en datos empíricos y con mayor tradición científica. Una segunda mirada de carácter más cualitativo, con menor desarrollo en el tiempo, que pretende entender la vida diaria desde la propia experiencia del individuo, que “acompaña” al desarrollo de nuevos modelos de atención y que tiene un carácter más cualitativo. Ambas aportan enfoques complementarios sobre la vida cotidiana y cómo, dónde y en qué aspectos incidir en ella, para la mejora del bienestar, la calidad de vida y como medio para cubrir las necesidades más recurrentes en esta etapa de vida.

En los últimos años, también, se ha investigado sobre las relaciones existentes entre las capacidades de ejecución de las actividades de la vida diaria (AVDs) y distintas áreas de funcionamiento de los individuos. En términos generales se sabe que:

 

  • En el proceso de envejecimiento las actividades de la vida diaria estarían potencialmente relacionadas con la edad, el sexo (mujeres mas deterioradas, posiblemente por mayor presencia de alteraciones crónicas no fatales), el nivel educativo, el estado de ánimo, el funcionamiento motor, la presencia de alteraciones crónicas, el estilo de vida y el funcionamiento cognitivo, incluyendo ejecutivo, memoria, aprendizaje verbal, psicomotricidad y velocidad de procesamiento (Yanguas et al., 2006).

 

  • Respecto a cuestiones de carácter más subjetivo, Hess, Emery y Neupert (2012) encontraron, a través de análisis de datos longitudinales, que la motivación media entre cambios en los recursos y cambios en el desempeño de las actividades de la vida diaria cognitivamente demandantes. Cuando los niveles de motivación se reducen, es menos probable que las personas mayores realicen actividades cognitivas y socialmente demandantes.

 

 

Tomando en cuenta las capacidades de la realización de las actividades básicas de la vida diaria y la importancia del entorno donde se desarrollan en primera instancia su domicilio como espacio idóneo de confort, validación de sus experiencias y representación de su patrimonio en un contexto emocional se plantean las siguientes cinco aspectos de consideración al referente de las principales necesidades a prevalecer en la persona mayor desde un estudio cualitativo (Prieto, 2011) donde busca entender el significado de la vida cotidiana de las personas mayores, según la experiencia y opinión de las mismas.

 

  • La importancia de lo cotidiano y las rutinas. A medida que la perdida de la capacidad (real o percibida) se va imponiendo en el transcurso del envejecimiento, el hábito (lo regular, lo que se repite) se convierte en la marca que define lo cotidiano. Para las personas que desconfían de la relación con el entorno incorpora un requerimiento extra de control y planificación, como forma de recuperación y/o mantenimiento de la autonomía. La casa aparece como un espacio de control del entorno más factible.

 

  • El espacio y lo cotidiano. El espacio doméstico como lugar de relación representa un lugar donde se construye la identidad del sujeto, con una doble relación. La persona ha ido estructurando el espacio a lo largo de su vida; y los objetos y el espacio operan como un anclaje donde el sujeto se preserva y construye, a través de la vivencia de sus objetos y espacios, La casa y la vida en ella, es un espacio de control y toda casa tiene la marca de la biografía del sujeto. Esta relación tan intima entre unos espacios llenos de significados y su identidad aumenta con la edad, ya que cada vez es mas complicado resignificar unos y otros.

 

  • La lucha cotidiana por la autonomía. Las personas refieren una lucha constante por preservar el control sobre lo que pueden realizar sin ayuda. La actividad, el poder hacer algo, configura la vida. Cada cosa que se delega, es terreno perdido. “Tener obligaciones” sostiene al individuo en su conexión con su vida. Uno es lo que hace de ahí que la actividad esta unida a la identidad y su biografía. La distancia entre lo que se desea realizar y se puede realizar, se configura como un indicador esencial.

 

  • Reconocerse en la actividad. (la continuidad de los proyectos es la continuidad de la vida). Resulta evidente la importancia de dar continuidad a los proyectos de vida: a los hábitos, a las relaciones a la actividad donde las personas se reconocen, entendiendo su carácter progresivo y variable. La responsabilidad se construye como una fuente de satisfacción. Se trata de poder hacer las cosas que uno quiere como a uno le gusta hacerlas. Y esto alude a la dignidad, esto es, dignidad entendida como la capacidad de decidir libremente y de forma responsable la forma en la que se quiere vivir. Independiente de si una actividad tiene un resultado final exitoso o no, responsabilidad es sinónimo de independencia.

 

  • Las personas conviven a lo largo del tiempo con distintas emociones que van incidiendo en su contexto de vida y son determinantes también para la validación de su autonomía impidiendo o reforzando la acción. Puede ser el determinante de la percepción de un envejecimiento saludable o el martirio de una etapa de vida en la cual no se esta a gusto. Finalmente, en torno de su biografía puede revisarse las creencias, contextos educativos, sociales, familiares y experiencias propias como determinantes de la visión de la vida y la etapa misma.

 

Expandiendo el contexto de incidencia del rol en que interactúa la persona mayor dentro de su espacio y actividad se toma en consideración la percepción interior del mismo y el rol en la sociedad.

Se sabe que la manera de percibirse es lo que permite la propia evaluación y que esta es el proceso psíquico conocido como autoestima. Que la autoestima sea positiva o negativa depende de la manera que cada uno tiene de enfrentar la vida, valorarse a sí mismo y valorar a los demás, y de ella depende en gran medida también, la manera más o menos airosa, exitosa, que cada uno practica para atender los conflictos y dificultades de la vida.

El ser humano actual está enfrentado a la realidad del envejecimiento en medio de una sociedad masificada, caracterizada por la alta competitividad, la necesidad de ser eficientes, la pérdida de valores morales y espirituales. Es una sociedad acelerada en donde las transformaciones tecnológicas, sociales, políticas, económicas, culturales han dado paso a la familia pequeña en donde no hay espacio para que la persona mayor sea figura importante y, más bien, gracias al aumento en la esperanza de vida, se ha convertido en un problema. Es probable, entonces, que la persona adulta mayor viva la etapa de su jubilación y retiro como una situación de pérdida y minusvalía, como una especie de marginación social.

 Es fácil que se sienta a sí misma como alguien que ya no cuenta mucho para los demás porque percibe que los demás no cuentan con él, y en el nivel familiar, que es el lugar donde aún podría sentirse tomado en cuenta, la nueva realidad de la familia permite que la persona mayor vaya poco a poco sintiendo o percibiendo que tampoco en ese ámbito su presencia sea tan necesaria.

 No es raro, por lo tanto, que algunas personas adultas mayores, sufran la experiencia de vivir un serio menoscabo en su autoestima (Palma, 2005). Este menoscabo en la autoestima implica que la persona adulta mayor se retraiga y se aleje de las funciones y roles que puede desempeñar en la sociedad, además pueda dejarse llevar por el sedentarismo y la inactividad, lo que le provoca daños severos en su autoestima y en su condición física, sobre todo porque ya no siente que se le dé importancia a su función dentro de la sociedad y le provoque un nivel de ansiedad peligroso para su salud física y emocional. Así lo indica Medina (1997) cuando señala que la ansiedad tiende a generar baja autoestima, determinando una cadena compleja de hechos psicológicos que da como resultado, entre otras consecuencias, el odio y el desprecio hacia sí mismo. Para hacerle frente a la ansiedad, la persona adulta mayor se refugia en el mundo de la imaginación en donde crea una imagen idealizada que le da una sensación de fuerza y de confianza.

 

Sin embargo, hay que tomar en cuenta, la opinión de Palacios (2001), cuando indica que la transformación hacia la vejez de la población ha sorprendido a una sociedad con una imagen de juventud como la nuestra, y sólo en los últimos quince o veinte años el tema de la persona adulta mayor ha pasado a ser parte de la preocupación pública. Se han aplicado diversas iniciativas de variada índole y orientación, programas públicos y privados, con fines de lucro o programas sociales, destinados a atender al creciente grupo de personas adultas mayores, mediante actividades que les permitan conservarse sanos y sentirse útiles. De igual manera, continúa explicando que una parte importante del tratamiento de este problema social lo constituye el cambio en la percepción cultural de la vejez, lo que implica una transformación de actitud hacia esta etapa de la vida, tanto de las generaciones más jóvenes, como de los mismos adultos mayores.

Según Palacios (2001: 25) “La vejez no desaprovecha las oportunidades para continuar desarrollándose y realizando cambios a nivel personal”. Hoy se observan distintas imágenes y concepciones de las personas adultas mayores como integrantes de la sociedad, sin embargo, predominan las tradicionales, aun cuando se pretende modificar la imagen cultural preconcebida. Como consecuencia de los esfuerzos realizados, el desenvolvimiento de este grupo poblacional y su entorno actual, ha sorprendido a nuestra sociedad muy poco preparada para absorber este cambio ya que aún hoy se conserva, en gran medida, una imagen juvenil. La irrupción de la persona adulta mayor en nuestra sociedad haciéndose presente y reclamando un lugar en el mundo público compatible con las naturales limitaciones del envejecimiento, ha puesto, en los últimos quince o veinte años, en el tapete de la preocupación pública, el tema del adulto mayor (Salas, 2001).

 

Es por eso que como reto actual en propuestas de intervención y espacios de participación para la persona mayor teniendo en cuenta y respetando tu contexto personal marcado por su biografía se propone la utilización del modelo gerogógico que promueve procesos de desarrollo en la vejez, evidenciándose rasgos de multidimensionalidad y multidireccionalidad, reflejando grandes diferencias interindividuales que obedecen a una gran plasticidad contextual. En edades avanzadas el aprendizaje es posible, y la Gerogogía como método de enseñanza aprendizaje, propone que los programas educativos dirigidos a las personas mayores y ancianas deben orientarse al aprovechamiento de las capacidades y no a la compensación del déficit. El equipo interdisciplinario vinculado a estos programas, debe partir de una consideración positiva de las capacidades de las personas mayores, acompañada de diseños curriculares pertinentes y recursos didácticos apropiados. (Horizontes educacionales,2007)

Se basa en cuatro supuestos, que tienen en cuenta el aprendiz adulto: El autoconcepto, la experiencia, la disposición para aprender y las perspectivas y orientación del aprendizaje. La gerogogía es una oportunidad y un derecho que tiene el ser humano de interiorizarse permanentemente en el qué hacer de su realización personal mediante un conocimiento científico-preventivo de su ciclo vital integral.


os cambios que se avecinan implicarán también validar nuevos espacios de reencuentro intergeneracionales, lo que constituirá una instancia innovadora para producir situaciones de aprendizaje entre distintos grupos para promover la autonomía, creatividad, expresión emocional, participación social y relación con su corporalidad.

 

CONCLUSIONES

Retos actuales. El futuro de la gerontología en los próximos años va a estar marcado por varias cuestiones esenciales:

Modelos de atención más personalizados, en los que la opinión del sujeto, deseos y valores ocupen su lugar central.

Reconocimiento de la importancia de habilidades desde el concepto primario del desempeño de las actividades de la vida diaria vinculadas también con su biografía y la importancia de ello como principales recursos del mantenimiento de su autonomía.

 Con respecto al verdadero rol que debe desempeñar la persona adulta mayor, es importante que la sociedad actual se plantee algunos propósitos, con los cuales mejorarían considerablemente su estructura.

 El envejecimiento debe ser percibido como parte de un proceso de vida que tiene varias etapas o ciclos vitales. De este modo, las personas adultas mayores no constituyen individuos desechables, sino que pueden y deben ser integrados a la sociedad.

La ancianidad implica el deterioro de algunas capacidades, principalmente físicas, pero éstas se compensan, en parte, con la experiencia de vida acumulada en forma enriquecedora.

La forma en que se viven esas últimas etapas de la vida está relacionada con la manera en que se han vivido las etapas anteriores y se debe tener en cuenta que los jóvenes de hoy serán los adultos del mañana. Es necesario comprender que la persona adulta mayor tiene mucho con qué contribuir al desarrollo de la sociedad; por lo tanto, debe dársele la oportunidad de brindar sus aportes y de participar en cualquier situación de la vida cotidiana. Esto se logra al crear los espacios necesarios para que todos los grupos generacionales se complementen y se fortalezcan con la capacidad y la experiencia de unos y la energía y la juventud de los otros.

Y finalmente la gerogogía como método de motivación para que las personas mayores comiencen a cambiar el paradigma del aprendizaje en esta etapa de vida y la ejecución de actividades que aportaran no solo a una vejez saludable sino también a la ocupación de un rol social activo a través de sus experiencias, opiniones e interacción intergeneracional.

Isabel Cristina Casas

Gerontóloga

27 Julio 2022

 


 

BIBLIOGRAFIA

 

Aranda,M., Prieto D, Sancho, M. & Yanguas (2009) El fenómeno del housing.Estudio cualitativo sin publicar. Matia Instituto Gerontológico.

http://envejecimiento.csic.es/documentos/documentos/yanguas-analisis-01.pdf

LA EDUCACIÓN CON PERSONAS MAYORES EN UNA SOCIEDAD QUE ENVEJECE Horizontes Educacionales, vol. 12, núm. 2, 2007, pp. 51-62 Universidad del Bío Bío Chillán, Chile

Longitudinal relationships between resources, motivation, and functioning

Medina, J. 1997. El Reloj de la Edad. Barcelona: Drakantos.

Palma, Ana R. 2005. La protección real hacia el adulto mayor que brindan la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS), Ministerio de Salud, Juzgado Contravencional y menor Cuantía, Centro Diurno y hogar de ancianos; respecto a la ampliación de la ley integral para la persona adulta mayor (7935), Palmares. Tesis. Facultad de Derecho. UMCA. Costa Rica.

Palacios, M. 2001. Envejecimiento exitoso en adultos mayores de 70 años del centro diurno de Cartago. Tesis. Universidad de Costa Rica.

Salas, Emma. 2001. El Adulto Mayor y las Problemáticas Derivadas, un desafío para la educación. Disponible en: http://www.gerontologia.uchile.cl/ docs/emma_1.htm> (27 de julio de 2007).

TM HessL EmerySD Neupert - Journals of Gerontology Series …, 2012 - academic.oup.com